CÓMO LIMPIAR PLACAS SOLARES EN INVIERNO

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En marzo del pasado año, publicamos una noticia titulada “mantenimiento de placas solares y mantenimiento de instalaciones fotovoltaicas”. Estaba dirigida sobre todo a informar de la importancia de la limpieza en los captadores solares, ya que cualquier barrera física entre éstos y el sol, disminuye dramáticamente su eficiencia y a la larga, aumenta el período de amortización de éstos. En aquella ocasión nos referíamos fundamentalmente a la tierra y al polvo que se va acumulando en las placas y en esta ocasión vamos a profundizar un poco más en cómo limpiar placas solares en invierno. Parece lo mismo, pero es bastante más delicado y peligroso. 

La mayoría de las personas piensa que basta con “dar un manguerazo” a las placas solares para autoconsumo y poco más. Si bien es cierto que el agua elimina de forma física el polvo y la arena, las placas suelen estar en lugares elevados y es ahí cuando pueden venir los calentamientos de cabeza. Los accidentes, incluso dentro del sector profesional, están a la orden del día. La gravedad no perdona y hay que cumplir con todos los protocolos de seguridad para evitar desgracias personales. Hace tan sólo unas semanas, un trabajador que manipulaba placas solares, sufrió un grave accidente de trabajo en Alquerías. Si no se toman las medidas oportunas y no hacemos las cosas con la calma que merecen, podemos tener un imprevisto que genere daños personales graves.

 

LIMPIEZA DE PLACAS SOLARES EN VERANO

En verano, las superficies de las cubiertas suelen estar razonablemente secas. Siempre en pareja, una persona arriba y otra que la asista desde debajo, recomendamos limpiar las placas solares por la mañana temprano o al final de la tarde, procurando que sea un día sin viento. Al hacerlo en ese horario, evitamos el fuerte contraste térmico que podría acabar estropeando los captadores solares. Tengamos presente que, tanto las placas de energía solar térmica como solar fotovoltaica, llegan a alcanzar temperaturas de trabajo de unos 45 grados centígrados. Si el agua que usamos proviene de la manguera y está a unos 15 grados, hay una diferencia de 30 grados aproximadamente, que puede ser perjudicial para las placas solares.  

A pesar de estar las superficies sin humedad, recomendamos no correr riesgos innecesarios y sujetarnos, una vez elevados, con un arnés o una cuerda, a alguna estructura de forma segura y fiable. Una vez allí, con mucho cuidado, podremos limpiar con agua y alguna esponja que tenga un mango telescópico, toda la superficie de las placas. Siempre, muy importante, evitaremos rayar la superficie de las placas solares.

Salvo que haya excrementos de aves o suciedad más incrustada, no es necesario usar productos detergentes ni abrasivos. Lo que sí es importante es no dejar remansos de agua en las placas y también limpiar la estructura metálica que las soporta. A veces se acumula en la estructura metálica salitre, tierra o ramas, que podrían afectar al cableado que va por la propia estructura y las zonas adyacentes. Aunque no hace falta decirlo, está totalmente contraindicado pisar las placas solares, ya que son estructuras muy livianas que, aunque resisten muy bien las agresiones de los meteoros, no están preparadas para aguantar presiones puntuales. Además, habrá que tener cuidado con las tejas de la cubierta, porque tampoco están pensadas para estar circulando por ellas de cualquier forma.

 

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La periodicidad de su mantenimiento dependerá de la zona donde vivamos. Por prudencia, al menos una vez al mes, les echemos un ojo y, claro está, cuando haya alguna tormenta de tierra o similar, al día siguiente habría que ponerse manos a la obra. Además, podemos aprovechar para limpiar algunos de los elementos de la cubierta como vierteaguas y canaletas que, con el paso del tiempo, pueden embozarse con hojas y ramas. Esto impedirá el correcto drenaje de las pluviales, lo que nos ocasionará roturas e imprevistos gastos económicos. Una vez limpias, podemos fijarnos si hay alguna rotura, grieta o cualquier otro desperfecto y, llegado el caso, recomendamos llamar a una empresa especialista en instalaciones térmicas. Es posible que algo no esté funcionando bien y el propietario no se esté dando cuenta. Los técnicos cualificados inspeccionan de forma rutinaria y escrupulosa toda la instalación: baterías (si las hubiere), conexiones, placas de autoconsumo, tomas de tierra, estructura de soporte (elementos sueltos y corrosiones que puedan derivar en goteras), inversor, etc. No sólo visualmente, sino con aparatos de medida, como cámaras térmicas, pinzas amperimétricas, etc. Después de eso, un informe detallado nos dirá si los desperfectos eran o no relevantes y, en el caso de serlos, qué medidas habría que implementar para corregirlos.   

En invierno, las condiciones cambian bastante. La humedad y el frío harán las tareas de mantenimiento mucho más delicadas, por el riesgo de resbalones y caídas. En las placas, el problema ya no será el polvo, sino la suciedad en forma de barro o la nieve propiamente dicha. En el caso de una nevada puntual donde al día siguiente sale el sol, no es necesario hacer nada, puesto que la inclinación de las placas solares junto con el sol, harán que la nieve acabe deslizándose. En algunos lugares, sobre todo países de centro y norte de europa, las placas están puestas en vertical, de forma que nieve más o menos, las nunca lleguen a cubrirse.

En otros lugares, la capa de nieve puede tener varios centímetros y si no sale el sol, puede acabar formando una placa de hielo encima de los captadores solares. Esa placa de hielo puede durar días o semanas. En todo ese tiempo, las placas solares no estarán produciendo energía eléctrica y estaremos perdiendo dinero, proporcionalmente al tamaño de la instalación. En ese caso, recomendamos recurrir al agua templada para, con mucho cuidado y protegiendo nuestra integridad física, ir derritiendo y eliminando el hielo encima de las placas. No recomendamos sal para evitar el hielo, puesto que podemos tener problemas de corrosión con el paso de los años. Tengamos presente que una instalación de autoconsumo solar, puede y debe durar más de veinte años en plena forma.